Cultivo una rosa blanca,
en mi mente y en mi alma,
en junio o en enero,
es mi esencia, mi arma.
Para el amigo sincero,
que me da su mano franca,
en este mundo inclemente,
es un tesoro, una banca.
Y para el cruel que me arranca,
el corazón con que vivo,
sabrá que, aunque me lastima,
mi esencia sigue en camino.
No cultivo cardo ni ortiga,
ni alimento lo que castiga,
cultivo la rosa blanca,
que en mi ser siempre bendiga.
Es mi símbolo de paz,
en la lucha y en la guerra,
contra el odio y la avidez,
mi rosa blanca, mi bandera.
Así que, aunque el mundo me ataque,
con su violencia y su artimaña,
sé que en mi pecho germina,
la esperanza que no se marchita.
Porque en cada verso que canto,
en cada paso que camino,
cultivo la rosa blanca,
y con ella sigo el destino.
Palomino.
Ilustración: Joseph George Strutt’s Sylva Britannica. 1822.