De qué sirve acercarse a los libros cuando consigues noches de insomnio, la luz de las preguntas deslumbran, darles vuelta a la vida y a la muerte una y otra vez no debe ser bueno, por ello son peligrosos, porque te incrustan una idea y no la sueltas nunca, se ancla en tu interior. Sin embargo en país de ciegos el tuerto es rey, no creo que el taxista que hoy me llevo a la labor, quien trabaja doce horas para mantener a cinco personas tenga el ánimo para cercarse a un libro que nada le dará, no lo veo desvelándose por una pregunta o siquiera por una palabra, podrá dormir, despertando empezaran las preocupaciones; “El hombre no nació para la razón, sino para comer y beber y procrear, para amar y odiar, sufrir y sacrificarse y adorar” escribió Hume, tal vez la educación soló dejo atrás ese oscurantismo medieval, pero ¿no conocemos más a un pueblo por medio de sus mitos y ritos? andando por la calle uno se da cuenta que el hombre se rige más por ellos que por leyes, por costumbres más que por reglas, caminando el camino nos damos cuenta que en este mundo se sobrevive con los sentidos, no siendo esclavo de la razón, eso no viene en los libros, la sabiduría popular nos dice que más sabe el diablo por viejo que por diablo, la experiencia siempre sacándonos a flote, lo real, lo que hemos sentido, lo que hemos llorado.
Un día aburrido en el que la literatura no salva nada, no te lleva ni te trae.
Pablo Jara.
*El sueño de la razón produce monstruos. Francisco de Goya. Grabado n.º 43 de los Caprichos (1797-1799)