Desde la soledad puedo ver la amargura que carcome mi ansiedad.
Desde la soledad puedo sentir la tristeza que acongoja el sentimiento.
Desde la soledad puedo saborear la culpa que aterroriza mis pensamientos.
Desde la soledad se puede sentir la agonía que provoca el recuerdo de todo aquello.
Las penas van y vienen, las penas no mueren, sólo se queman en el abismo de la soledad.
Y es que desde la soledad mis delirios florecen en carne propia.
Y desde la soledad pido perdón por mí y mi locura.
No lo había notado, pero desde la soledad se puede ver el egoísmo ajeno.
No lo había notado, pero también puedo sentir el propio.
Como un animal que intenta subsistir.
Claudio “Babayalien” Cazares.
Ilustración: On The Hunt. Jef Bourgea.