La primera vez que me casé contigo mostraste 10 maneras diferentes de como amarte.
La segunda vez que nos casamos te mostraste desnudo y vi 100 maneras para no amarte más.
Mi elección fue escribir cada una de tus arrugas hasta que alguno de los dos se enamore de la muerte.
Mientras ese momento llega, disfrutaré tus manos tan simétricas que me dan calor en momentos de tempestad.
También me escarificaré al corazón cada historia, porque ya no queda espacio en la memoria.
Gracias por regalarme esa templanza heredada a la primera de nuestras hijas y gracias por darle esa forma craneal tan peculiar y sobre todo el gusto musical a la segunda hija.
Sé lo que es no despertar junto a ti, creo que jamás me gustaría sentir ese vacío, el destino nos favorece amor mío, sigamos gozando.
Melina Alejandra González Aldana.
*Anónimo pompeyano – “Terentius Neo y su esposa” (50-79 d.C, pintura al fresco, 65 x 58 cm, Museo Arqueológico Nacional de Nápoles).
Le ha venido perfecto, ¡muy bueno!