Para mi mujer perfecta. Emilio Cabral.

Para mi mujer perfecta:
Tu que has cambiado por el paso del tiempo, que a mis apenas 9 años te tenía miedo porque decían que tenías piojos y liendres, las malas lenguas imperaban que te comías los mocos, que a los 15 contabas con cualidades que mi pubertad te dotaba, excentricidades que no tenían un ápice de moralidad, que a los 16 cambié tu cuerpo por un rostro y ahora a mis 20 cambié tu rostro y tu femineidad por la excentricidad, que te olvidas de tu vestir y te preocupas por el vivir, que sueñas con volverte loca y salir de este mundo, que en unos años tomarás la forma de una madre, después de una compañera y al final sólo seré tu triste recuerdo, tu mi mujer perfecta, que no tiene errores ni defectos, que vive de lo que hablan los demás, que eres tú y nada más, quizá nunca te encuentre y te cambie por alguien más, que no llene por completo mis expectativas y no tenga el más mínimo parecido contigo, no es que me olvide de ti, pero lo nuestro no podría ser, ¿quién podría amar a alguien tan perfecta como tú? Tendría miedo de decepcionarte cada vez que abro la boca, hasta el más mínimo comentario, no podría equivocarme y no tendría idea de cómo amarte, pero quédate conmigo, para no sólo apreciar tus parecidos con mis venideras parejas, sino para amar también sus defectos y admirar las diferencias entre ustedes y esperar a que termines como un recuerdo de mi vanidad, oculta bajo sentimientos de verdad, con errores y defectos, bajo los recuerdos sinceros y una mujer de verdad.

 

Emilio Cabral.

*Tiziano Vecellio – “El rapto de Europa” (1560-1562, óleo sobre lienzo, 178 x 205 cm, Isabella Stewart Gardner Museum, Boston).

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