“Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna.” William Blake
Las puertas de la percepción son infinitas, un día una persona me dijo que mi realidad topa hasta los límites de la imaginación. Pienso que hay momentos en la vida donde hay vulnerabilidad ultra sensorial, donde la agudeza de los sentidos te hace partícipe de experiencias que te hacen cambiar. Hace tres años tuve una experiencia de unión de psiques, algo donde se abordarán muchas teorías pero desafortunadamente ninguna se podrá comprobar.
En el año 2013, en un una casona del centro de la ciudad que funcionaba como un restaurante bar, una amiga y yo cenábamos. Cuando terminamos y pasamos al baño para ya retirarnos, justo al entrar a los sanitarios, hubo algo que me hizo sentir diferente, estaba ansiosa, como si alguna persona me observara con mucho odio, no le tomé importancia y salí rumbo a mi casa.
Llegando a casa todo continuaba normal, el mismo ritual y a dormir. Al día siguiente, en algún estado o fase de sueño tipo REM u otro, pude ver mi habitación exactamente igual, incluso vi que ya era de día, entonces al verme dentro de mi cuerpo, levanté la cabeza y noté a un ser encima de mí: era el cuerpo de un hombre delgado, alto, calvo y sin rostro, con una fuerza extrema me sujetaba de los brazos y piernas, en ese momento supe que quería hacerme daño, que quería abusar sexualmente de mí, fue muy tortuoso y angustiante, la lucha y el forcejeo me hicieron sentir muy agotada y ese mismo terror me hizo desprenderme de allí y desperté…
Cuando abrí los ojos, efectivamente ya era de día, seguía asustada, pero me tranquilice pensando que fue como cualquier otra pesadilla.
A las once de la mañana, de ese mismo día, me marcó mi amiga y me preguntó ¿qué cómo estaba? Sólo le dije que había dormido mal. Cuando terminé me comentó con voz angustiosa que me había soñado, pregunté qué cómo fue el sueño y ella me dijo –estabas en el baño del restaurante bar al que fuimos ayer y vi que un demonio sin rostro te arrastraba a la obscuridad, no pude hacer nada porque desapareciste…
Francamente sentí mucho miedo, bajó la temperatura de mi cuerpo, al paso de los días me anime a investigar en la psicología y en la esoterismo: “un ataque de un íncubos” “una conexión neuronal” No hay nada que defina al cien por ciento la experiencia.
Aún no me repongo totalmente, el miedo sigue, en especial cuando visito lugares antiguos, no dejo de pensar en las cosas que quieren gritar sus muros.
Melina Alejandra González Aldana.
*Henri Camille Danger – “¡Calamidad!” (1901, óleo sobre lienzo, 180 x 144 cm, Museo d’Orsay, París).