Estoy descompuesto. Armando Castro Contreras.

Me tomó mucho tiempo entenderlo, pero ahora lo sé, estoy descompuesto. No sé cómo explicarlo, no sé cómo decirlo, pero supongo que es el sistema operativo o algo así. No me había dado cuenta, porque como decía un comercial acerca de la miopía infantil: “Su hijo nunca le va a decir que ve mal, porque cree que todos ven igual que él”.

Sé que no es lo ideal, pero viendo a los demás es que me he dado cuenta de que estoy dañado. Para empezar, casi nadie se cuestiona de dónde venimos y a donde vamos y si lo hacen, solo les toma 3 minutos de su día, mientras que yo no dejo de pensar en eso, tomando aún más tiempo para pensar en la muerte, siempre la muerte. Los que “funcionan bien”, piensan en dinero todo el tiempo, en cómo hacerlo, en como multiplicarlo, en tener carros y casas, así en plural, en hacer lo que sea necesario para llegar a ser jefes en sus trabajos y poder hacer enormes fiestas cuando se juntan con alguien, porque eso significa que juntos, serán felices para siempre, cuando a mí, la sola idea de compartir una vida con alguien me parece aterradora. Piensan en tener hijos, así es, hijos, no sólo uno, porque consideran que uno sufriría mucho, es mejor tener dos y que de preferencia no se lleven muchos años de diferencia. Mientras yo pienso en cómo pueden planear algo así, cuando yo ni siquiera sé que hacer conmigo, menos tener la responsabilidad de otra vida en mi vida. No estoy criticando, al contrario, es sólo una prueba de lo defectuoso que estoy.

De hecho, a los que funcionan, les he escuchado decir que duermen y que si llegan a soñar, casi nunca recuerdan lo que sueñan, cuando yo tengo que dejar la televisión encendida para saber que cuando me despierte en la madrugada, esa horrible experiencia fue sólo una pesadilla y que sigo en este mundo, preguntándome, siempre preguntándome como le hacen, como es que no ven lo que yo veo o como es que yo no puedo ver lo que ellos ven, preguntándome porque no están aterrados del mañana o peor aún, porque no están aterrados por la nada, la verdadera nada, esa nada de la que sólo pensarlo en estos momentos para  escribirlo me da escalofríos… y no, el ser así no es una característica que me hace sentir especial o único o interesante, mis huevos… Sé que es una falla en mi sistema.

Lo que más admiro de los que funcionan bien, es que se apagan solos… Dejan de pensar casi a placer y por momentos —algunos por varios momentos— viven. Mientras que yo no encuentro donde apagar los pensamientos, sobre todo esos, esos sobre el futuro, esos que me dicen que todo va a terminar mal, esos que no se van a ningún lado, que nunca se van y que solo logran asustarme, paralizándome por completo y por consecuencia haciéndome funcionar aún peor.

Estoy descompuesto y tal vez lo peor, es que estoy perfectamente construido para darme cuenta de ello. A veces siento que soy ese personaje de video juego, el que está moviendo las piernas y los brazos intentando avanzar, sin saber que esta frente a un muro.

Armando Castro Contreras.

Ilustración: Edgar Degas. Waiting.1880.

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