No eludo a la gente para vivir tranquilo,
Sino para poder morir tranquilo. K A F K A.
Cuando has leído una cierta cantidad de literatura decente,
Simplemente no hay más, tenemos que escribirla nosotros mismos. B U K O W S K I.
Fue hace algunos años, y sin buscarlo, cuando me hallaba a la deriva, encontré una tabla a la cual aferrarme, Bukowski se llamaba, ese vagabundo borracho al que nada le importaba la raza humana, y ahora después de ese tiempo, sin que yo lo siga buscando él me sigue acechando. Él, sabedor de la futilidad de la vida se entregaba a ella, lo mismo con poesía que con peleas, con putas y borracheras, siempre buscando darle alma a su escritura. En esos tiempos de malas decisiones o mala racha o simplemente se estupidez humana, encontré a Henry Chinaski, un verdadero perdedor, un buscapleitos dedicado a vagar, escribir, coger, beber, un escritor americano, alejado del tipo de vida americano mucho menos vivía en un sueño americano, este me levanto de mi dolor a carcajadas, para después terminar llorando conmigo, yo, llorando cuando no había sentido ese dolor sin razón que sentía este viejo, él con un poema puede salvar cualquier día.
Lo que menos pretenden estas palabras es hacer un cumplido a Bukowski, ya que a él no le importarían un carajo, “escritorcillos” diría riendo, como siempre él preferiría estar desnudando a mi mujer lentamente el muy cerdo o atragantándose con una botella de vino, pero no las palabras de alguien que cree que él hizo algo para ayudarlo, ya lo dijo “ él mejor lector y el mejor humano son los que me recompensan con su ausencia”, pero pueden ser palabras de agradecimiento para una hombre que pone la vida en perspectiva, para una persona que clava sus ideas en las tuyas, como esas palabras que escribiste “ ¿Qué clase de mierda era yo? Podía realmente hacer cosas desagradables y canallescas. ¿Cuál era mi motivo? ¿Estaba tratando de sentirme culpable por algo? No consideraba más que mi placer egoísta y barato. Era como un irresponsable escolar, era peor que una puta; una puta se quedaba con tu dinero y nada más, yo jugaba con vidas y almas como si fueran mis juguetes ¿Cómo podía escribir poemas? ¿En qué consistía yo? Era un Sade de quinta fila, sin su intelecto, un asesino era más congruente y honesto que yo, o un violador, yo no quería que mi espíritu sirviera de juguete a alguien para hacer tonterías y cagarse encima, la verdad es que yo no era bueno, no era bueno, lo peor es que me hacía pasar precisamente por lo que no era; un buen hombre, era capaz de entrar en las vidas de la gente, porque ellos confiaban en mí, así hacia mi sucio trabajo.
Pablo Jara.
* Francisco de Goya – “Riña de gatos” (1786, óleo sobre lienzo, 56 x 196 cm, Museo del Prado).