Como un último suspiro, una última bocanada al cigarro, un último trago del nuevo abstemio, así fue nuestro último beso, con un sabor amargo, sin muchas palabras, con una mirada sincera y un cuerpo olvidado, miramos nuestras almas, conocimos todo uno del otro, con un poco de misericordia, sin vehemencia ni rencor tomamos nuestras manos y nos besamos, terminando ese abrazo que queríamos que fuera eterno, las cosas fueron fáciles en sus tiempos, tiempos malos y tiempos buenos, a quien le importa, pero al final nos ganó, nos consumimos completamente, simplemente agachamos la mirada, con una ligera sonrisa con la boca entre abierta para no hacerlo tan agrio o ácido, fue como una pequeña cucharada de azúcar en ese sorbo del americano, un poco de dulzura entre el alimento putrefacto, las cosas estaban perdidas y fue un gesto amable, un adiós sin palabras y un hasta nunca tácito, no lloramos, ni juzgamos, lo aceptamos, sabíamos que habíamos hecho lo posible, lo disfrutamos desde el primer día y esto nos hizo ahora de nuevo extraños sin amor, así nos despedimos con un último te quiero, una última mirada, un último beso, un último abrazo y un último adiós.
Emilio Cabral.
*Landscape with the Fall of Icarus. Pieter Brueghel the Elder (1526/1530–1569) Royal Museums of Fine Arts of Belgium, Brussels.