Al poner un pie al exterior sabremos muchas cosas. Por ejemplo: si le pican los rayos del sol causándole una comezón incómoda pero tolerable, sabrá que es primavera y las aves sabrán también que ha llegado la canícula, porque perderán su pudor cuando se queden sin plumas.
Cuando la humedad nos arribe como un anuncio precautorio y algunas gotas de agua se sientan por nuestro rostro, sabremos que llegó el verano y con él los zancudos, sólo las hembras se posaran de humano en humano enterrando ese aguijón, transmitiendo muchas enfermedades, buscando la supervivencia, si usted es pinchado sentirá esa comezón incomoda pero tolerable aun.
Ha llegado el otoño porque mi árbol enfermó de calvicie y dejó todo el asfalto cubierto de sus cabellos amarillos, se sabe porque cada año veo sufrir a la humanidad, por síntomas como: las celopatías arrítmicas, las personas se vuelven locas en temas de amor, la pelea por el control los destruye, quedan hechos pedazos, mutilan y torturan herida sobre herida, sus delirios se vuelven peligrosos. Entristezco, quisiera encontrar un cura y no la sé.
Lo que sí sé, es que la posesión tiene que ser tangible, por lo tanto, la posesión entre humanos no existe. Algo que nunca será tangible y será más fuerte que la posesión es el compromiso.
Uso un abrigo y sé que ha llegado Diciembre. Hay tanto que celebrar.
Por: Melina Alejandra González Aldana.
*John Everett Millais – “Hojas de otoño” (1856, óleo sobre lienzo, 104 x 74 cm, Manchester City Art Gallery).