Leviatán. Víctor Hugo Ávila Velázquez.
La humanidad sosegaba un pronto invierno y ella tragó la sandez del tiempo. Andaba hermosa con su apacible mirar, empujando la tierra de los bosques y selvas hasta verla mudada en arena. Miró y olió el agua salada del océano y su longitud enorme ya posaba en el dominio. La bestia desertó a la mar.