No creo en la trascendencia, seré materia, seré este vaso de agua que estoy tomando. Octavio Paz. La otra noche recordé esa frase que dice “la idea de la extinción me tranquilizó”, llegó a mi memoria mientras me encontraba alterado, acostado a punto de dormir pensaba en la muerte, en mi muerte y algo […]
Es que si todos nos quedamos callados el mundo ardería en un cinismo total, donde estarían los buenos cristianos, los buenos vecinos, las voces de la nación, está pasando en este momento, cuervos merodean, es la señal, buitres que ahora comen carne fresca, impuros, malditos, como en tiempos de guerra, exigiendo caminar por la paz.
No era el libro, tampoco el editor, mucho menos el autor. No era el leer. Antes fue la escritura, quizá siempre, pero no por alguien, sino por ser. Quizá, también, la literatura se es. Víctor Hugo Ávila Velázquez. *Albert Anker, Rosa e Bertha Gugger, olio su tela, 1883.
Desde pequeño siempre he mirado las estrellas, por incredulidad podría ser, esperando ver algo diferente de lo que veo todos los días, perdiéndome en el infinito, en ese vacío tan extenso, admirando la mota de polvo en la que vivimos y es todo para nosotros, tal como dijo Carl Sagan con la foto más lejana
Todo se trata de eso, todos perseguimos algo, están los que lo intentan sin obtener lo que desean, o los que lo logran pero no les importa, y los que ni idea tiene de que persiguen, cuando camino por calles donde hay demasiada gente me entretengo en observar rostros, me siento en la plaza a
Tengo algo que decirte, esperar no nos lleva a ningún lado, apartemos todo, mañana podría arrepentirme si no te lo digo, oprimir mis sentimientos no servirá de nada porque… (Si tienes la respuesta escríbela en los comentarios.) Emilio Cabral.
Tal vez hoy sea tu cumpleaños. Tal vez no tengas nada que festejar. Las flores no sirven para los muertos y para los vivos todo se marchita velozmente. Pasaran treinta o más años y la creación no se detendrá. El tiempo sólo debe servir para mejorar, no aprender, no necesariamente sé es mejor cuando se
Así como el placer de la escritura me permite matar osos a golpes, o ganar una pelea callejera contra cinco, también me permite montarme en olas inmensas para dejarme caer por horas, sin ningún temor, la caída convertida en inicio, las palabras me llevan de un lugar a otro, como en un baile, fluyo como
Como un último suspiro, una última bocanada al cigarro, un último trago del nuevo abstemio, así fue nuestro último beso, con un sabor amargo, sin muchas palabras, con una mirada sincera y un cuerpo olvidado, miramos nuestras almas, conocimos todo uno del otro, con un poco de misericordia, sin vehemencia ni rencor tomamos nuestras manos
Caminando de regreso matando un porro silencioso, sin nadie alrededor y yo sólo pienso en ellas, ellas me llaman misógino. Yo sin saber qué diablos es eso pienso mucho en ellas, y veo la piltrafa que dejaron de mí, me observo y recuerdo al monas, siempre con su trozo de estopa en mano, goteando tinher,