La corteza de árbol vista de arriba, un espiral, una mándala que tiene niveles, de mayor a menor, o viceversa, son imágenes que conducen a un momento, al éxtasis, a la vida… Entre pliegues amorfos con diferentes texturas y relieves, uno se desplaza suave y delicadamente para no lastimar la piel, de pronto encuentra un pequeño corazón, tímido, necesita caricias, necesita amor, requiere estimulación, porque cuando se siente querido crece tanto que hace caer en un estado de frenesí y morirá como el ave fénix para resucitar cuando nosotros queramos, ninguna experiencia será igual a la otra, pero siempre el alma descansará y se despojará del cuerpo abyecto que cargamos.
Melina Alejandra González Aldana.
* Jean-Baptiste-Camille Corot – “Orfeo conduciendo a Eurídice fuera del infierno” (1861, óleo sobre lienzo, 112 x 137 cm, The Museum of Fine Arts, Houston).