Cae lluvia ácida en invierno y con ella un ángel o un demonio no se distingue bien al abatido. Genoveva se acerca y en lo profundo de su ombligo lleva tres abejas que polinizan cada vez que sus senos lloran. Es un hombre el que yace en el suelo y en sus ojos Genoveva reconoce algo que es suyo. El hombre caído alza la mano con el puño, lleno de sangre, apretando con fuerza un corazón latente.
-¿Ofrenda de paz o castigo?- pregunta Genoveva.
-¿De qué color es tu amor? – responde el hombre.
-Morado como la amatista de tu corazón – contesta Genoveva.
-¿Qué has hecho para ser desterrado a la tierra del olvido?- cuestiona Genoveva .
-Amar, responde el hombre.
Genoveva replica: Al parecer tu amor no es honesto, no hay peor castigo que vivir en este mundo. Sabías que aquí hay arañas malversadoras de la palabra que tejen habladurías de veneno para no ser olvidadas. El amor aquí es tan idílico y su enemigo es el tiempo porque lo pudre y lo carcome. El tiempo es la ventana de la verdad.
– Genoveva y tú ¿qué haces en este mundo? – pregunta el hombre.
Genoveva le toma la mano que tiene libre y lo lleva hacía la luna.
Melina Aldana.
*Ilustración: Filippo Lippi. Portrait of a Man and Woman at a Casement. 1435 – 1440.