Disonancia. Héctor Quiroz.

El frio de la noche me pega en la cara, también está dentro de mí, destruye mi calidez, al final del camino veo una luz tenue, pudiera ser mi salvación o mi fin, no lo sé, para llegar a este punto seria algo revitalizador, me daría energía y sentido a mi vida. He pasado por varias tormentas y pasado por muchas cosas en mi camino, y no parece que esto termine, nunca termina. Cada vez que paso algún infortunio en el camino mi miedo toma control de la situación y todo se vuelve un desastre, la desconfianza de mis habilidades me vuelve un muerto, la atmósfera a mi alrededor se torna gris y sin sentido, la desesperanza toma control, mi energía va menguando, y me va destrozando por dentro como un parasito, alimentándose de mí. Al principio podía lidiar con las aventuras hasta se me hacían excitantes, pero llegue a ese bosque frondoso, lleno de pinos, lleno de oscuridad y me fue consumiendo con cada paso que daba, cada vez que encontraba el sendero, volvía a perderlo, no me concentraba en lo más mínimo, cada día perdido en ese bosque mis hombros se sentían mas pesados, mi cabeza se empezó a llenar de estrés por que no podía descifrar el bosque, no entendía, estaba bloqueado, hubo momentos que lloraba y me arrastraba rogándole a los arboles que me dejaran salir, cada día volteaba hacia el cielo en búsqueda de respuestas sin encontrar nada, mi mente empezaba a jugarme sucio, las puertas falsas se hacían más nítidas con la desesperación, hasta que un día vi una luz a lo lejos, me aferre a ésta, no sé si fue mi imaginación o realmente estaba ahí, no se si pasaron horas y días hasta llegar al final, por fin pude salir de mi mismo, del bosque, no entiendo aun el camino del todo, ese bosque me quitó mi energía y mi paciencia, todo se consumió dentro de mí, mi ambición me pedía buscar un lugar cómodo donde descansar, donde dormir, donde recargarme de energía. Llegué a ese lugar donde estaban cimentados muros a media altura, había escuchado hablar de él, la leyenda decía que me iba a purificar el alma, que me iba a ayudar en el camino, sin embargo no sentí nada, culpe al bosque porque me quito las emociones, me sentí decepcionado de mí, seguí hacia delante, hacia la nada, hacia lo salvaje, sentía la disonancia dentro de mí, la decepción fue creciendo apoderándose como cáncer dentro de mí, sin embargo había algo dentro de mi que no se rendía que me hacía mirar hacia el frente, no fue la esperanza, no fue un ser superior, fue mi yo, el que estaba encerrado en mi pecho, el que siempre esta reprimido, el que no puede salir, en el que no confías hasta que no tienes opción, entonces el te aconseja y toma esa decisión que tu no te atreves, y pone las cosas claras, tu cobardía toma ese papel importante, y empieza a tomar las decisiones mas valientes que puedes pensar, el camino es largo aun, el bosque solo fue algo que movió muchas cosas dentro de ti y la disonancia aún seguía dentro de mí.

Héctor Quiroz.

Ilustración: Vasily Shulzhenko. 1949. Attack of the Titans.

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