Estoico me encuentro mirando el horizonte, perdido entre la maleza, tratando de limpiar mi cara con la brisa que me salpica, desnudándome el alma para purificarla; y volver a comenzar, tomar la tierra casi hecha lodo como un bautismo de este nuevo inicio, solo, suspirando, repentinamente presionando los dientes de coraje, para después cegarme con las lágrimas que me inundan los ojos, suspirando con inhalaciones entrecortadas, un nudo en la garganta e intermitentemente la calma, los momentos se vuelven recuerdos y se atesoran por un tiempo indeterminado, el adiós se hace presente y lanzarse al vacío se vuelve una decisión consiente para el momento de renacer, cambiar la rutina y comenzar a buscar un pasatiempo, dejar de pensar pero no olvidar, no maquillaré las heridas, colecciono cicatrices para siempre tener presente la razón de reiniciar, regresar a este lugar, solo el tiempo lo dirá, las medias tintas no valen y hagamos que 3 días parezcan para toda la vida, una despedida y un amargo adiós, para volver a iniciar, que me lleve el destino a dónde esté quiera ir y que este sea la razón de continuar.
Emilio Cabral.
*El terapeuta, 1937, René Magritte.