No muchos mueren
por una casa
en el desierto
o por un árbol seco.
No muchos mueren
por cenizas
que fueron fuego,
por el vino
de un rey destronado
o por los incendios
para celebrar
a un caudillo.
No muchos mueren
por otro,
cuando las semillas vuelan
y en la primavera
muerte y aves
ennegrecen cielos claros.
No,
no muchos.
Thomas Bernhard.
*Os Bebados. De José Malhoa.