En poste de luz. Enrique Husim.

Era muy tarde por la noche cuando un hombre de aspecto muy mayor se me acercó. No suelo iniciar una conversación con los desconocidos, pues nunca se cómo van a reaccionar después.

— ¡Hola! ¿Disculpa, tienes fuego? —. Me dijo mientras sentía como examinaba mi perfil de reojo.

— Si claro, permíteme—. Respondí.

Saqué el encendedor, que algún tiempo atrás, me había regalado una persona que fue muy importante para mí y que tenía grabada una frase en broma por el 12 de Diciembre del 2012; el esperado fin del mundo. Lo encendí a la primera y acerqué su llama al extraño que me seguía mirando fijamente como si no pudiera concebir el verme.

—Gracias, ¿quieres un cigarrillo?

—No, gracias.

—Y, si no es indiscreción, ¿qué haces solo a esta hora recargado en este poste, muchacho?

—Realmente no lo sé.

— ¿Cómo? ¿De verdad, no lo sabes?

—Sólo sé que tengo la sensación de que he olvidado algo.

— ¿Algo como qué?

—No sé, se siente como si en algún lado hubiese dejado una vela encendida.

— ¿Una vela?

—Si, como si hubiese dejado una ventana o una puerta abierta.

—Eres algo raro. — Dijo el viejo, cuya mirada cambió, como si de pronto supiese que tipo de persona era yo, sus ojos y el movimiento lento de sus expresiones al hablar, le daban un aire de sabiduría. Yo no respondí nada, hubo un momento de silencio hasta que él habló.

—Pasan de las tres de la mañana, ¿no?

—Sí, así parece.

— ¿No tienes frío muchacho? está helando.

—Pues no, realmente no tengo frío.

— ¿Y no temes estar aquí tu solo?

—Cuando estaba vivo sí.

—Ya veo, pues me marcho, debo ir a la cama, ya me duelen bastante los pies.

El viejo apagó su cigarrillo con mucho cuidado, había fumado solo la mitad, el resto del cigarrillo lo guardó en el bolsillo de su vieja chamarra de lana. Se marchó con un ademán.

—Cuídate chico, quizá nos veamos pronto, lamento lo que sea que te haya pasado, uno no debería morir tan joven.

No dije nada, solo me limité a ver la silueta de aquel hombre perderse en la noche, mientras se alejaba de la luz del poste del cual estaba recargado.

 

Enrique Husim.

*Marian Wawrzeniecki. 1863-1943.

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