Aún conservo el olor de tu cuello, tantas veces mis dedos recorrieron tu espalda, delineando el camino hacía el placer, no buscaban la línea recta, el infinito era más tentador y en ese momento lo que nos sobraba era vida.
Y ahora, que mi cuerpo no me obedece y sólo vive de recuerdos apareces de vez en cuando y no dejo de maldecirte, al parecer nunca fuimos muy sinceros, el placer fue mentiroso por fugaz, esta ceguera blanca impidió que lo notará claramente, y aunque pretenda olvidarte, como aún conservo el olor de tu cuerpo en mis manos, pues conservo tu presencia. No te olvido y te maldigo.
Salinas Ulloa Portugal
* Ilustración: Lautrec. El beso en la cama. 1892.
~…contundente~