La experiencia es una tenue lámpara que sólo ilumina al que la lleva.
De improviso quedé varado, mientras flotaba nunca le temí a las tempestades, sólo me cuidaba de los seres que me rodeaban, siempre están los dispuestos a matar por seguir mamando, el pez más grande siempre insatisfecho, muerto de hambre, como aquel dios que conocí, un dios que cuenta los minutos y los céntimos un dios desesperado, sensual y gruñón como un marrano, con alas de oro y que se tira por todos lados panza arriba en busca de caricias, ese es el gran señor, abracémonos, pero ese dios a mí no me convenció, no me arrodillé ante él, no iba a hacer lo que los demás sí, yo soy mi propio dios, en el momento más extremo, entre el hambre y la resequedad, no le rezaré a aquel dios, sabiendo que en cualquier momento una tormenta puede salvarme.
Pablo Jara.
*BNF FR 143, fol. 130v – Aquatic musicians in Neptune’s Court.