Teñí de negro mi cabello porque un día tú me lo pediste, resaltarás tu piel blanca, tus lunares y tu sonrisa, así me dijiste, a mí me gusta porque se distingue el color café marrón de mis ojos. Triste es pensar en el final de mi evolución, crujidero de huesos, cabellera blancuzca y piel derretida. Todos los días crece tu amor por mí y disipo a la melancolía convirtiéndola en templanza, de esa que sólo conozco de tu mirar. Discúlpame si peco de egoísmo y vanidad, pero por favor no te mueras antes que yo, una tristeza de estas extinguiría la mitad de mi corazón.
Melina Alejandra González Aldana
*Santiago Rusiñol – “Figura femenina” (1894, óleo sobre lienzo, 100 x 81 cm, MNAC, Barcelona).